Este tema nos parece super interesante. De qué forma se está llevando a nuestras niñas a una hipersexualización, a una pérdida temprana de la infancia y cómo afecta en su desarrollo psico-afectivo.
Elena Mayorga es Licenciada en Filosofía y Letras, escritora y divulgadora especializada en Psicología de la Mujer (embarazo, parto, puerperio), psicología pre y perinatal, y temas de crianza. Terapeuta y autora de literatura infantil.
Continuamos hoy hablando del tema de la hipersexualización de las niñas y de la forma en la que publicidad y juguetes refuerzan este patrón. Ayer hablábamos con la psicóloga Mónica Serrano y hoy vamos a entrevistar a la terapeuta Elena Mayorga.
A
Elena Mayorga la podemos seguir habitualmente en la revista
Mente Libre, de la que es coeditora, y en el blog de pérdidas en el embarazo
Niños del Agua. Nuesra experta es Licenciada en Filosofía y Letras, escritora y divulgadora especializada en Psicología de la Mujer (embarazo, parto, puerperio), psicología pre y perinatal, y temas de crianza. Terapeuta y autora de literatura infantil.
Elena, me gustaría que abordáramos la forma en la que la publicidad usa e influye en nuestros hijos. ¿Qué opinión tienes de esta cuestión?
El otro día viendo un anuncio de televisión en el que se puede ver un bebé muy pequeñito, casi recién nacido, mamando y en la escena siguiente, uno más mayor, de unos seis meses, bebiendo leche de fórmula, me plantee la siguiente pregunta: ¿Hasta qué punto es ético utilizar la imagen de bebés y niños en la publicidad?
Además de tener que estar unas horas trabajando y acatando las órdenes de adultos que quieren “explotar” su imagen, esos niños no deciden por sí mismos si quieren que su rostro, su cuerpo, su voz, en definitiva, su yo exterior (que arrastra a su yo interno) sea expuesto al escrutinio de otras personas.
Por otra parte, el fin de la publicidad es el de manipularnos para que compremos el producto que nos están ofertando, nos venden y normalizan una realidad ficticia en la que, por ejemplo, en el anuncio que te he mencionado, se transmite el falso mensaje de que la leche materna está bien para un bebé recién nacido, pero que para un bebé más mayor, no es el alimento adecuado para su salud.
Vuelvo a preguntarme: ¿Hasta qué punto es ético utilizar la imagen de un bebé de seis meses para simular y hacer creer que lo mejor para él es alimentarse a base de leche artificial?
Estoy segura de que si a ese bebé de seis meses se le diera a elegir entre el pecho de su madre y un biberón, no lo dudaría ni un segundo y escogería lo mejor para él, la leche materna.
Luchar contra el poder de la imagen, de lo visual, es muy complicado pues su impacto es mucho mayor que el de la palabra, por su rapidez, nos llega al instante y porque las emociones que nos provoca son inmediatas.
Y centrándonos en el tema de la hipersexualización de las niñas en la publicidad, ¿te parece peligroso?
Vivimos en una sociedad cruelmente hedonista y ultracompetitiva en la que el culto al cuerpo y la búsqueda del éxito, a través de la eterna juventud, se han instalado en el imaginario popular como la piedra angular de nuestras vidas.
Los anuncios, las series, las películas, internet nos muestran cuerpos artificiales y artificiosos esculpidos a base de cirugía y de photoshop.
Hace unos años se loaba a las bellezas veinte añeras, triunfaban las actrices y modelos de esa edad y las deportistas de élite alcanzaban la cumbre de su carrera pasados los veinte.
Pero, llegados los noventa vimos como empezaban a saltar a la fama modelos, cuasi andróginas, que mostraban un paradigma de belleza femenino aún más infantil, frágil, vulnerable e irreal.
Han pasado dos décadas y hemos llegado al punto de que hoy en día, los niños y, sobre todo, las niñas están
siendo utilizadas y “sexualizadas” como medio para vendernos a los adultos y a ellas mismas, todo tipo de productos, desde sopas y coches, hasta muñecas, videojuegos, ropa, joyas y casas.
Para lograr estas ventas, el recato de los publicistas y de los medios se ha ido perdiendo y hemos llegado al colmo de ver cómo una revista francesa utilizaba como ardid publicitario a una niña de ocho años simulando, en un terrible estrambote, ser una mujer adulta sexualmente excitante. La niña aparecía en las fotografías maquillada, peinada, con bolso, tacones, joyas y con ademanes provocadores, muy alejados de la
realidad sexual infantil propia de su edad.
Una niña de ocho años, inocente y ajena a las reacciones sexuales adultas que su imagen desencadenaba, había sido manipulada y utilizada para vender productos destinados a mujeres adultas y para vender su imagen como paradigma sexual. Esto, como profesional y cómo madre, me plantea enormes preocupaciones.
Una niña como objeto sexual en la publicidad es aberrante, pero ¿qué efecto tiene eso en los niños?
En primer lugar, se está exponiendo a nuestros hijos e hijas como “mercancía sexual” y eso en un mundo donde los abusos a menores aún es moneda común en muchos lugares, es un hecho extremadamente grave y peligroso.
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